El nuevo disco de Extremoduro ofrece mucho del Extremoduro de siempre y mucho del nuevo. Tras 8 discos de estudio, un directo y un par de recopilatorios, demuestran que no sacan disco por publicar, ni para mantenerse en el negocio. Se regeneran con un proyecto que explora nuevas texturas y a la vez ahonda en la esencia del grupo: la combinación de elementos dulces y amargos; lírica cuidada, arreglos suaves, ternura y amor entremezclado con crudeza, desesperación, oscuridad, y un poco de humor.
La Ley Innata se presenta en movimientos como si de una obra de música clásica se tratase. Ayuda la incorporación de instrumentos poco habituales en sus discos como el violín, la viola, el violoncello, el oboe y la flauta además de trompetas mariachis, piano y órgano. Aun así, -y aunque seguramente la partición en pistas influye- más que por una sola canción, el disco parece estar formado por seis canciones largas con continuidad; las pistas están enlazadas, el disco termina con un fragmento de la introducción y hay un estribillo y un punteo que se repiten. Es, sin duda, un trabajo ambicioso, valiente y bien construido. Un disco de estilo que, en efecto, puede convertirse en una obra clásica de Extremoduro.
Aunque ya hace 6 años del anterior disco de Extremoduro –sin contar los recopilatorios- y la espera ha sido larga, vale la pena porque el resultado es inspirador. Iñaki, además de producirlo como ya es costumbre, dispara corredizas e incansables melodías y demuestra su gusto y buen hacer con armonías y arpegios. Robe ha escrito letras que gusta releer y descubrir basadas en sus campos habituales: la naturaleza, la derrota, los instintos y la fuerza. También destila elementos de actualidad como la violencia machista, los bombardeos y su conocido desinterés por la televisión. Además, sin descubrir nada nuevo, es necesario destacar su habilidad para hacer de las palabras canciones y la contundencia y capacidad de transmisión que (man)tiene su voz. Ruge, recita y rompe los tiempos cantando. Lo que sí sorprende es la Coda Flamenca. Interpretado con guitarras eléctricas, Robe canta flamenco arropado por las coristas que aumentan la categoría del tema. También mantiene su costumbre de rescatar versos de escritores y poetas que encajan con naturalidad en sus canciones. Esta vez le ha tocado a Pérez Galdos: “Por verme amado de ella por todo el día, / mañana, en perder la vida, consentiría.” Por su parte, Cantera y Miguel Colino garantizan la base rítmica machacona pero muy versátil. Es un disco compacto pero de muchos contrastes que no agradará a quien busque canciones simples de dos minutos y medio. Hay pasajes instrumentales que recuerdan a Pink Floyd y otros de Hard Rock como los 7 minutos del tercer movimiento.
Una especie de aura filosófica rodea a La Ley Innata. Quizás porque, según dicen, Robe se ha licenciado en esta materia. La portada tiene una cita de Cicerón inscrita en latín sobre el famoso dibujo de Leonardo Da Vinci – el Hombre de Vitruvio o Canon de las proporciones humanas -.La inscripción queda aclarada en la parte interior del librillo:
“Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, sino innata. La cual no hemos aprendido, heredado, leído, sino que de la misma naturaleza la hemos agarrado, exprimido, apurado. Ley para la que no hemos sido educados sino hechos; y en la que no hemos sido instruidos sino empapados” Traducción Libre
Un disco de estas características es poco habitual en la producción discográfica actual pero no es nuevo para Extremoduro. Podemos pensar en Pedrá -publicado en el 95 aunque grabado casi dos años antes- como un antecedente a La Ley Innata. Pedrá no era estrictamente un disco de Extremoduro sino una reunión de músicos y amigos que iba a llamarse Proyecto Pedrá pero que finalmente se lanzó como parte de la discografía de Extremoduro por asuntos comerciales. Sea como sea, son dos trabajos de características muy similares aunque con diferencias notables. Pedrá, al que seguramente no se ha prestado suficiente atención, fue también un trabajo valiente y experimental con su propio concepto ilustrado por la cita de Neruda escrita en la contraportada: “Cumpliendo con mi oficio / piedra con piedra, pluma con pluma / pasa el invierno y deja / sitios abandonados / habitaciones muertas: / yo trabajo y trabajo / debo sustituir / tantos olvidos, / llenar de pan las tinieblas, / fundar otra vez la esperanza.” También hay numerosos compases instrumentales en los que el teclado y el saxo cobran un papel principal uniendo segmentos y como solistas. Además, alcanza sonidos progresivos, algunos destellos galácticos y combina guitarras eléctricas con españolas de aire flamenco.
En general, Pedrá es un disco más agresivo que La Ley Innata. Más tosco, más guarro y más vulgar. De menos contrastes, menos arreglos y con un sonido, lógicamente, más antiguo. Una de las principales diferencias formales entre un disco y otro es la partición en pistas de La Ley Innata que no se hizo en Pedrá aunque seguramente también podría hacerse. Indudablemente, es una solución más cómoda para el usuario que puede acceder a las distintas partes con más facilidad y también desde una perspectiva comercial. También es atractivo que formen movimientos y que cada uno de ellos tenga un nombre aunque si la obra se ha concebido como una sola canción quizás debería mantenerse así.
Extremoduro tocaba una versión reducida de Pedrá en directo –versión que quedó registrada en Iros todos a tomar por culo-. De La Ley Innata podrán elegir los fragmentos que quieran y, sean cuales sean, tendrán buena acogida. Estos dos discos, separados por más de diez años pero con una idea aparentemente común, demuestran la capacidad de Extremoduro para sacar adelante trabajos de personalidad propia. Su trayectoria, encauzada desde los inicios por el carácter y talento de Robe, es una muestra de saber estar que hace que uno espere de lo próximo otro acierto más.
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Enlaces:
Primer Movimiento de La Ley Innata; El Sueño
Entrevista a Robe en la televisión de Plasencia, su ciudad natal
Extremoduro en directo: la vereda de la puerta de atrás